domingo, 19 de junio de 2016

Populismo en Venezuela; de Chávez a Maduro.




El problema más común cuando se habla de populismo es, sin duda, la inexistencia de un consenso en cuanto a lo que dicha terminología significa, sin embargo es evidente que existen, entre los múltiples  autores que han tratado el tema, algunas coincidencias que son la base de las características del populismo, en eso haré especial énfasis para abordar el populismo que ocurre en Venezuela desde 1998 y además responder a la pregunta de si en el gobierno de Nicolás Maduro se está dando un quiebre del pacto populista establecido por su predecesor.

A partir de 1998 inicia en Venezuela una nueva era política con el ascenso al poder de Hugo Chávez; su llegada a la presidencia se da gracias  a una desconexión por parte de la población hacia la clase política de ese momento. Es fundamental entender la llegada de Chávez al poder para comenzar a identificar algunas de las características populistas de su persona y su proyecto, para ello nos referiremos al golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, liderado por él, quien se desempeñaba  para ese entonces como Teniente Coronel. Este acto militar significó, para sectores importantes de la población, una lluvia de esperanza, comenzando de esta manera un proceso de identificación entre la gente y Hugo Chávez.

La Venezuela de ese año estaba profundamente golpeada por una crisis económica y una reducción importante del gasto social, esto debido a las políticas económicas inspiradas en el consenso de Washington e impulsadas por Carlos Andrés Pérez. El descontento reinaba en la población; las condiciones estaban dadas  para el surgimiento de nuevas alternativas ante el debilitamiento del puntofijismo[1], una vez más Venezuela esperaba un salvador, esto, además de otros aspectos, dejaba un terreno bien abonado para la aparición del populismo. Según Laclau El populismo emerge cuando los cauces institucionales bloquean una y otra vez las demandas colectivas. Esta teoría hace juego con los hechos que acontecían en la convulsionada Venezuela de esos días.

Mientras la región latinoamericana iba de salida de lo que fue un largo periodo de dictaduras llegadas al poder gracias a golpes de Estado, en Venezuela se estuvo cerca de desmontar un gobierno democrático por esa vía violenta, tal hecho no ocurrió, pues la intentona golpista falló, sin embargo lo que sí se logró fue exaltar la imagen de 2 persona; por un lado la del senador vitalicio, Rafael Caldera, que luego de su discurso ante el Congreso[2], posterior a los sucesos militares, logró un revivir político, que lo convertiría 2 años más tarde, de nuevo, en Presidente de Venezuela y, por otro lado, tenemos a Hugo Chávez; el haber asumido ante el país la responsabilidad del intento de golpe de Estado, más allá de generar rechazo ante la amenaza al sistema democrático, tuvo más bien  el reconocimiento y admiración de un grueso de la población que vio en él a ese líder que se necesitaba. Vemos entonces como aquel 4 de febrero tuvo como consecuencia la asunción de 2 presidentes por vías democráticas.

Desde el momento de la aprensión de Chávez posterior al golpe, comenzó el movimiento denominado como “chavismo”, término usado para quienes apoyen sus ideas. Después de su liberación comenzó una cruzada por todo el país, iniciando una prolongada campaña que lo llevaría más tarde al poder, derrotando a los partidos tradicionales. En ese periodo Chávez visitó cientos de pueblos y caseríos, compartió de cerca con la población  y comenzó a construir un perfil político que lo atornillaría en la presidencia de Venezuela hasta su muerte.

Con esta breve reseña podemos identificar varios rasgos que darán paso al populismo chavista, entre ellos:

1)    factor identitario; hubo un reconocimiento por parte de la población hacia un líder que exaltó sus problemas y que de paso representaba varios de los valores populares venezolanos; se estaba en presencia de alguien que provenía del mundo de vida popular. Era una persona fuerte, un militar pues, capaz de generar el orden que se necesitaba, con esto se da paso a otro de los rasgos.

2)    El caudillismo: Pedro Castro en su Ensayo: “Caudillismo en América Latina, ayer y hoy.” Se refiere a los caudillos como: “aquellos quienes ejercen un liderazgo especial  por su condición específica, surge cuando la sociedad deja de tener confianza en sus instituciones”, es común en los países latinoamericanos que las personas sean encantadas por la persona fuerte, de gran carácter, que se muestre capaz de poner mano dura y resolver problemas, por ello resulta normal en nuestra región ver a figuras con rasgos caudillistas en el poder. Este tipo de liderazgo no siempre es respetuoso de las instituciones propias de la democracia y, en ocasiones, su poder está en un nivel superior a la legalidad, mas no de la legitimidad, es necesario resaltar que muchos de los ejemplos caudillistas actuales, han sido votados por sus poblaciones, lo que otorga un nivel de legitimidad para actuar en nombre de la mayoría.

3)    Personalismo: Íntimamente ligado con los planteamientos de caudillismo tenemos el personalismo. Para estas líneas voy a basarme en el escrito de Fernando Mires, “Personalismo y Política”. En este trabajo Mires nos habla del populismo como uno de los momentos de las democracias. El autor plantea la política como representación, esta como simbólica y afirma que el símbolo es y será una persona. Exaltar la personalidad y usarla para que, en la población, se hable más de la persona y sus cualidades que cualquier otro problema que pueda existir. Es entonces el personalismo el actuar donde exaltar al individuo es la prioridad, tanto así que el proyecto o modelo defendido suele transformarse en la persona como tal. Mires hace énfasis en los distintos tipos de personalismos, aquellos que apelan a las mejores cualidades del líder; entre ellos tenemos el personalismo militarista y el personalismo carismático. Es interesante  para los efectos de este escrito como el autor habla de un ejemplo de personalismo que pareciera ser la mezcla de varios tipos, calificándolo incluso como el mayor de los personalismos de América Latina, ese caso es el del fallecido Presidente venezolano Hugo Chávez.

 Bien, continuemos con la siguiente característica

4)    Carisma: Si una de las características fundamentales en el populismo es la conexión del líder con las masas, es importante que este cuenta con el necesario carisma para adaptarse a la heterogeneidad de las sociedades. El carisma es de gran importancia para generar confianza, para hacer más cercana y más parecida a la persona con el pueblo, esto complementa al caudillismo y al personalismo en la construcción del liderazgo populista.

De esta manera vemos como estas características encajan en el liderazgo populista de Hugo Chávez, esto forma parte del perfil del Ex Presidente, perfil que lo llevó a la conexión con las masas y a mantener altos grados de aprobación popular.

En el proceso de instauración de la revolución bolivariana se pretendió generar un nuevo sistema político, social y económico para el país, es allí donde se plantea el socialismo del siglo XXI como doctrina, incompatible, por cierto, con ciertas expresiones políticas que, para el entender el gobierno chavista, atentaban contra los intereses del pueblo. De esta forma se comenzó con la construcción de un otro institucionalizado; enemigo del pueblo y al cual se debía combatir con el fin de salvaguardar los intereses de la población.

Este enemigo era en los inicios de su gobierno una muy fortalecida oposición. La cual hacía vida tanto en escenarios institucionales como en el escenario político, la estrategia chavista fue aprovechar el descontento hacia la dirigencia tradicional para, en las reformas del Estado a partir de la nueva constitución, comenzar a quitarle espacios, estrategia que se prolongó durante todo su mandato y que actualmente Maduro intenta mantener.

Lo anterior se adapta a planteamientos de Laclau, donde, usando sus palabras, siempre que se tiene una combinación de momentos estructurales (la construcción de fronteras internas y la identificación de un ‘otro’ institucionalizado) cualesquiera que sean los contenidos ideológicos o sociales del movimiento político en cuestión, tenemos populismo de una clase u otra; en este caso Chávez supo identificar muy bien al otro, tanto que generó una aguda polarización política en donde por un lado, casi de manera religiosa, tenía a sus partidarios y, por otro, una parte importante de la población que se vio excluida de sus políticas, además de no sentir identificación con sus ideales, cosa que no podía ser distinta, pues estos, la “contrarrevolución”[3], encarnaba lo negativo en el ideal chavista. 

Bien, hasta ahora hemos identificados varios rasgos del gobierno de Chávez y de él mismo que se adaptan a las teorías populistas, ahora quisiera reflexionar sobre mi concepción sobre el tema; mas allá del carisma, el caudillismo y el personalismo. Interpreto este fenómeno como un modo de hacer política, tal como lo dice Laclau: “Nuestro intento no ha sido encontrar el verdadero referente del populismo, sino hacer lo opuesto: mostrar que el populismo no tiene ninguna unidad referencial porque no está atribuido a un fenómeno delimitable, sino a una lógica social cuyos efectos atraviesan una variedad de fenómenos. El populismo es, simplemente, un modo de construir lo político.” (Laclau, 2005, p. 11)

El populismo en sí es una cualidad en la práctica política que, aprovechando las circunstancias sociales existentes, genera la conexión con el pueblo en busqueda de obtener su apoyo, dándose una relación fundamental para los modelos populistas. El populismo es pragmático, es por ello que Laclau no lo cataloga como una ideología sino como una praxis. Mediante la adaptación a las condiciones, el populista genera estrategias para llegar al poder, en el caso de Chávez, el cansancio con la política tradicional, como lo he venido expresando, fue la base de la construcción de su propuesta política, el prometido cambio lo catapultó a él, así como lo ha hecho con muchos otros, a la cima del poder.

Ahora, si bien coincido con Ernesto Laclau sobre su percepción del populismo como una praxis, me genera una cierto mal sabor la incapacidad de diferenciar el populismo de otros modelos políticos; no creo que toda política sea populista. Esa percepción es sin duda un gran error, pues de ser así no tendría mucho sentido seguir generando investigaciones sobre el tema. 

Considero que la diferencia del populismo con otros modelos es que en el populismo el clientelismo se presenta como ley; mediante la relación de dependencia entre el pueblo y el gobierno se establece un pacto, en el cual cada sector obtiene beneficios; la cúpula gobernante se mantiene en el poder y la población obtiene ciertos beneficios. Es una relación condicionante

Se puede decir que modelos socialdemócratas que han promovido un estado proteccionista pueden rozar con lo planteado anteriormente, sin embargo la gran diferencia recae, creo, en que en modelos populistas el apoyo del Estado está condicionado al apoyo del pueblo al gobierno para mantenerse en el poder a través de la forma de legitimización establecida, en el caso de Venezuela esta es, aún, por elecciones. En cambio no se puede hablar de populismo en sociedades donde también existan políticas de protección social pero sin sometimiento a condicionalidad política alguna.

Continuando con mis reflexiones sobre el populismo agrego que: Es noble atender las demandas de mayorías históricamente oprimidas  sin embargo también es cierto que, y eso  lo demuestra la historia, la mayoría de los regímenes populistas terminan con resultados decepcionantes. Relacionado a esos resultados tenemos, como no,  las políticas insostenibles características de estos modelos, que buscan sellar pactos sociales de atención estatal a cambio de apoyo político. Soy de la tesis de que el populismo está relacionado con la demagogia y el engaño, y digo engaño porque sus planteamientos y propuestas poco se logran cumplir, más bien lo que se logra es consolidar en el poder a través de distintas vías, no siempre respetuosas al pensar distinto, un proyecto o modelo especifico. Además de generar crisis económicas que afectan la estabilidad de los países.  Y para no dejar lo anterior sin sustento, vamos de inmediato a emparentarlo con la política de Hugo Chávez.

Hoy día vemos que las políticas del gobierno chavista fueron absolutamente insostenibles; el clientelismo se vino abajo con  la caída de los precios del petróleo, caída que nos ha sumergido en una asfixiante crisis, cosa por la que, por cierto, no pasan otros países exportadores de petróleo. El modelo de Chávez basado en el subsidio y el alto gasto social no preparó al país para soportar eventuales condiciones económicas adversas, esto sumado a la gigantesca corrupción que caracterizó a ese periodo. Esto demuestra el engaño al cual fue sometido el pueblo venezolano. Las llamadas políticas redistributivas de los recursos del país penetraron a los sectores más humildes, es cierto, pero sin planificación alguna, pues por algo hoy día esos beneficios se encuentran en un estado bastante mermado, algunos incluso desaparecidos. 

Otro aspecto a considerar es que, si esas políticas redistributivas se comparan con los altos grados de corrupción, es fácil darse cuenta que el gran ganador no fue el pueblo humilde que se vio reflejado en la propuesta revolucionaria, sino, y por mucho, la cúpula corrupta. Por estos motivos hablo de engaño al referirme al populismo. Venezuela, sin embargo,  no tiene la exclusividad en estos asuntos, no. Mencionaré los casos populistas de Menem en Argentina y Fujimori en Perú, bastante diferentes a los ideales de Chávez pero populistas al fin. Ambos fracasaron en sus intentos de reivindicar al pueblo y, tal como el caso venezolano, más se preocuparon por perpetuarse en el poder.

Según la base teórica con la que me he sustentado y según mis propias interpretaciones, el Gobierno de Hugo Chávez fue, sin duda, populista. A continuación haré un  planteamiento relacionado a la existencia de un quiebre del pacto populista de Chávez en el gobierno de Maduro.

Para Atilio Borón, según lo dicho en su escrito ¿Una nueva era populista en América Latina? la razón por la que no estamos en presencia de populismo actualmente se debe a que “en su espectral reencarnación el populismo reaparece ya no como el reflejo de una situación estructural (“equilibrio catastrófico”, fin de la dominación oligárquica, etc.) sino como un atributo general de la política, de toda política; o como un estilo de vinculación entre líderes y masas; una estrategia discursiva o una retórica.”. Además de ello el autor se refiere a los intentos del imperialismo por satanizar a los gobiernos contrarios al neoliberalismo, llamándolos populistas, entre esos casos se encuentra el Venezolano, y es que Borón resulta ser un defensor de las políticas chavistas.

Mis consideraciones ante esta postura es de desacuerdo, si se va a juzgar a partir de que el populismo actual no es estructuralmente igual que el populismo inicial latinoamericano, entonces comencemos a sentenciar que ya no hay marxistas pues nadie en la actualidad representa exactamente los ideales del viejo Marx. Es evidente que los tiempos cambian, y ante ello las prácticas y las ideologías también lo hacen, no es distinto para el populismo. Creo que sería, objetivamente, difícil negar la existencia, en el caso chavista, de rasgos y prácticas populistas. Expresando esta consideración, ahora sí, pasemos al análisis de lo que va del gobierno de Nicolás Maduro.

El llamado heredero de la revolución bolivariana ha intentado mantener el modelo de su antecesor, sin embargo esta pretensión se le ha hecho bastante difícil; a diferencia de Hugo Chávez, Maduro no cuenta con el carisma necesario para agradar a la población, considero que buena parte de sus simpatizantes siguen apoyando su proyecto más por recuerdo a Chávez que por sus méritos. Esta dificultad, de hecho, casi le hace perder la elección presidencial; recordemos que Maduro obtuvo casi 600.000 votos menos que Hugo Chávez, perdiendo un capital electoral de gran importancia  en apenas meses.

Ante la falta de carisma y personalidad del Presidente se le suma, cuestión que es realmente lo trascendental, la abrupta caída de los precios del petróleo, lo que reduce en gran medida los ingresos de un país endeudado y con un gasto social de gigantescas dimensiones.

Así como, en el caso de Chávez, notamos la presencia de rasgos populistas, en el caso de Maduro notamos intentos, sin embargo infructuosos a mi parecer. Lo que sí ha continuado Maduro es marcando cada vez más un otro, un enemigo… A pesar de ello tampoco le ha servido de mucho;  pues los niveles de rechazo al presidente siguen siendo elevados. Ahora, y esto es sin duda el motivo principal de la debacle de la revolución bolivariana, el gobierno de Maduro ha sido incapaz de mantener una economía de subsidio a la cual Chávez había acostumbrado a la población.

Desde la muerte de Chávez en 2013 y con la inexistencia en las filas de la revolución  de un líder capaz de emular su carisma, comenzó una etapa de quiebre y de graves problemas  en el chavismo y su modelo, se abrió el camino para que el desencanto se apoderara de un país en el que sus ciudadanos ven como la calidad de vida se va deteriorando a niveles insospechados hasta hace pocos años.

Las negativas condiciones económicas están generando una ruptura en el pacto de apoyo pueblo-régimen, como consecuencia de esto y de manera inevitable, se da paso entonces al comienzo del fin de un modelo que ya no cuenta con sus recursos tradicionales para aliviar descontentos y para generar esperanzas. Una prueba de la caída sostenida de la revolución bolivariana son los resultados electorales de las elecciones de la Asamblea Nacional del 06 de diciembre de 2016; ante la incapacidad de mantener los niveles de clientelismo, el gobierno ve mermado su condicionado apoyo electoral y surge un reacomodo de las fuerzas electorales.

Una vez más la historia nos demuestra cómo lo económico parece pesar más que los valores democráticos; a pesar de la notoria  persecución a la disidencia, de la coartada libertad de expresión y de la especie de secuestro institucional que se vive en Venezuela, terminó siendo la abrupta disminución  del asistencialismo social y  la incapacidad del venezolano de acceder dignamente a cuestiones básicas como la comida o la salud, lo que le puso fin, al menos para la mayoría, al pacto populista que dominaba hasta hace poco la escena política nacional.




[1] Pacto de Punto fijo: http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/idc22/22-10.pdf
[2] Discurso de Rafael Caldera ante el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992: https://www.youtube.com/watch?v=OLTJyXYLK38
[3] Contrarrevolución: Ofensiva política que tiende a destruir los efectos de una revolución anterior. (diccionario Google).

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