El
problema más común cuando se habla de populismo es, sin duda, la inexistencia
de un consenso en cuanto a lo que dicha terminología significa, sin embargo es
evidente que existen, entre los múltiples
autores que han tratado el tema, algunas coincidencias que son la base
de las características del populismo, en eso haré especial énfasis para abordar
el populismo que ocurre en Venezuela desde 1998 y además responder a la
pregunta de si en el gobierno de Nicolás Maduro se está dando un quiebre del
pacto populista establecido por su predecesor.
A
partir de 1998 inicia en Venezuela una nueva era política con el ascenso al
poder de Hugo Chávez; su llegada a la presidencia se da gracias a una desconexión por parte de la población
hacia la clase política de ese momento. Es fundamental entender la llegada de
Chávez al poder para comenzar a identificar algunas de las características
populistas de su persona y su proyecto, para ello nos referiremos al golpe de
Estado del 4 de febrero de 1992, liderado por él, quien se desempeñaba para ese entonces como Teniente Coronel. Este
acto militar significó, para sectores importantes de la población, una lluvia de esperanza, comenzando de esta manera un proceso de identificación entre la gente y Hugo Chávez.
La
Venezuela de ese año estaba profundamente golpeada por una crisis económica y
una reducción importante del gasto social, esto debido a las políticas
económicas inspiradas en el consenso de Washington e impulsadas por Carlos
Andrés Pérez. El descontento reinaba en la población; las condiciones estaban
dadas para el surgimiento de nuevas
alternativas ante el debilitamiento del puntofijismo[1], una vez más Venezuela
esperaba un salvador, esto, además de otros aspectos, dejaba un terreno bien
abonado para la aparición del populismo. Según Laclau El populismo emerge
cuando los cauces institucionales bloquean una y otra vez las demandas
colectivas. Esta teoría hace juego con los hechos que acontecían en la
convulsionada Venezuela de esos días.
Mientras
la región latinoamericana iba de salida de lo que fue un largo periodo de
dictaduras llegadas al poder gracias a golpes de Estado, en Venezuela se estuvo
cerca de desmontar un gobierno democrático por esa vía violenta, tal hecho no
ocurrió, pues la intentona golpista falló, sin embargo lo que sí se logró fue
exaltar la imagen de 2 persona; por un lado la del senador
vitalicio, Rafael Caldera, que luego de su discurso ante el
Congreso[2], posterior a los sucesos
militares, logró un revivir político, que lo convertiría 2 años más tarde, de
nuevo, en Presidente de Venezuela y, por otro lado, tenemos a Hugo Chávez; el haber asumido ante el país la
responsabilidad del intento de golpe de Estado, más allá de generar rechazo ante
la amenaza al sistema democrático, tuvo más bien el reconocimiento y admiración de un grueso
de la población que vio en él a ese líder que se necesitaba. Vemos entonces
como aquel 4 de febrero tuvo como consecuencia la asunción de 2 presidentes
por vías democráticas.
Desde
el momento de la aprensión de Chávez posterior al golpe, comenzó el movimiento
denominado como “chavismo”, término usado para quienes apoyen sus ideas.
Después de su liberación comenzó una cruzada por todo el país, iniciando una
prolongada campaña que lo llevaría más tarde al poder, derrotando a los partidos tradicionales. En ese periodo Chávez visitó
cientos de pueblos y caseríos, compartió de cerca con la población y comenzó a construir un perfil político que
lo atornillaría en la presidencia de Venezuela hasta su muerte.
Con
esta breve reseña podemos identificar varios rasgos que darán paso al populismo
chavista, entre ellos:
1) factor
identitario; hubo un reconocimiento por parte de la población hacia un líder
que exaltó sus problemas y que de paso representaba varios de los valores
populares venezolanos; se estaba en presencia de alguien que provenía del mundo de vida popular. Era
una persona fuerte, un militar pues, capaz de generar el orden que se
necesitaba, con esto se da paso a otro de los rasgos.
2) El
caudillismo: Pedro Castro en su Ensayo: “Caudillismo en América Latina, ayer y
hoy.” Se refiere a los caudillos como: “aquellos quienes ejercen un liderazgo
especial por su condición específica,
surge cuando la sociedad deja de tener confianza en sus instituciones”, es
común en los países latinoamericanos que las personas sean encantadas por la
persona fuerte, de gran carácter, que se muestre capaz de poner mano dura y
resolver problemas, por ello resulta normal en nuestra región ver a figuras con
rasgos caudillistas en el poder. Este tipo de liderazgo no siempre es
respetuoso de las instituciones propias de la democracia y, en ocasiones, su
poder está en un nivel superior a la legalidad, mas no de la legitimidad, es necesario resaltar que muchos de los ejemplos caudillistas actuales,
han sido votados por sus poblaciones, lo que otorga un nivel de legitimidad para actuar en nombre de la mayoría.
3) Personalismo:
Íntimamente ligado con los planteamientos de caudillismo tenemos el
personalismo. Para estas líneas voy a basarme en el escrito de Fernando Mires,
“Personalismo y Política”. En este trabajo Mires nos habla del populismo como
uno de los momentos de las democracias. El autor plantea la política como
representación, esta como simbólica y afirma que el símbolo es y será una
persona. Exaltar la personalidad y usarla para que, en la población,
se hable más de la persona y sus cualidades que cualquier otro problema que
pueda existir. Es entonces el personalismo el actuar donde exaltar al individuo
es la prioridad, tanto así que el proyecto o modelo defendido suele
transformarse en la persona como tal. Mires hace énfasis en los distintos tipos
de personalismos, aquellos que apelan a las mejores cualidades del líder; entre
ellos tenemos el personalismo militarista y el personalismo carismático. Es
interesante para los efectos de este
escrito como el autor habla de un ejemplo de personalismo que pareciera ser la
mezcla de varios tipos, calificándolo incluso como el mayor de los
personalismos de América Latina, ese caso es el del fallecido Presidente
venezolano Hugo Chávez.
Bien, continuemos con la siguiente característica
Bien, continuemos con la siguiente característica
4) Carisma: Si una de las características fundamentales en el populismo es la conexión del
líder con las masas, es importante que este cuenta con el necesario carisma para
adaptarse a la heterogeneidad de las sociedades. El carisma es de gran
importancia para generar confianza, para hacer más cercana y más parecida a la
persona con el pueblo, esto complementa al caudillismo y al personalismo en la
construcción del liderazgo populista.
De
esta manera vemos como estas características encajan en el liderazgo populista
de Hugo Chávez, esto forma parte del perfil del Ex Presidente, perfil que lo
llevó a la conexión con las masas y a mantener altos grados de aprobación popular.
En el
proceso de instauración de la revolución bolivariana se pretendió generar un
nuevo sistema político, social y económico para el país, es allí donde se
plantea el socialismo del siglo XXI como doctrina, incompatible, por cierto, con
ciertas expresiones políticas que, para el entender el gobierno chavista,
atentaban contra los intereses del pueblo. De esta forma se comenzó con la
construcción de un otro institucionalizado; enemigo del pueblo y al cual se
debía combatir con el fin de salvaguardar los intereses de la población.
Este
enemigo era en los inicios de su gobierno una muy fortalecida oposición. La
cual hacía vida tanto en escenarios institucionales como en el escenario
político, la estrategia chavista fue aprovechar el descontento hacia la
dirigencia tradicional para, en las reformas del Estado a partir de la nueva
constitución, comenzar a quitarle espacios, estrategia que se prolongó durante
todo su mandato y que actualmente Maduro intenta mantener.
Lo
anterior se adapta a planteamientos de Laclau, donde, usando sus palabras,
siempre que se tiene una combinación de momentos estructurales (la construcción
de fronteras internas y la identificación de un ‘otro’ institucionalizado)
cualesquiera que sean los contenidos ideológicos o sociales del movimiento
político en cuestión, tenemos populismo de una clase u otra; en este caso
Chávez supo identificar muy bien al otro, tanto que generó una aguda
polarización política en donde por un lado, casi de manera religiosa, tenía a
sus partidarios y, por otro, una parte importante de la población que se vio
excluida de sus políticas, además de no sentir identificación con sus ideales,
cosa que no podía ser distinta, pues estos, la “contrarrevolución”[3], encarnaba lo negativo en
el ideal chavista.
Bien,
hasta ahora hemos identificados varios rasgos del gobierno de Chávez y de él mismo que se
adaptan a las teorías populistas, ahora quisiera reflexionar sobre mi
concepción sobre el tema; mas allá del carisma, el caudillismo y el
personalismo. Interpreto este fenómeno como un modo de hacer política, tal como
lo dice Laclau: “Nuestro intento no ha sido encontrar el verdadero referente
del populismo, sino hacer lo opuesto: mostrar que el populismo no tiene ninguna
unidad referencial porque no está atribuido a un fenómeno delimitable, sino a
una lógica social cuyos efectos atraviesan una variedad de fenómenos. El
populismo es, simplemente, un modo de construir lo político.” (Laclau, 2005, p.
11)
El
populismo en sí es una cualidad en la práctica política que, aprovechando las
circunstancias sociales existentes, genera la conexión con el pueblo en busqueda de obtener su apoyo, dándose una relación fundamental para los modelos
populistas. El populismo es pragmático, es por ello que Laclau no lo cataloga
como una ideología sino como una praxis. Mediante la adaptación a las
condiciones, el populista genera estrategias para llegar al poder, en el caso de
Chávez, el cansancio con la política tradicional, como lo he venido expresando,
fue la base de la construcción de su propuesta política, el prometido cambio lo
catapultó a él, así como lo ha hecho con muchos otros, a la cima del poder.
Ahora,
si bien coincido con Ernesto Laclau sobre su percepción del populismo como una
praxis, me genera una cierto mal sabor la incapacidad de diferenciar el
populismo de otros modelos políticos; no creo que toda política sea populista. Esa
percepción es sin duda un gran error, pues de ser así no tendría mucho sentido
seguir generando investigaciones sobre el tema.
Considero
que la diferencia del populismo con otros modelos es que en el populismo el
clientelismo se presenta como ley; mediante la relación de dependencia entre el
pueblo y el gobierno se establece un pacto, en el cual cada sector
obtiene beneficios; la cúpula gobernante se mantiene en el poder y la población
obtiene ciertos beneficios. Es una relación condicionante
Se
puede decir que modelos socialdemócratas que han promovido un estado
proteccionista pueden rozar con lo planteado anteriormente, sin embargo la
gran diferencia recae, creo, en que en modelos populistas el apoyo del Estado
está condicionado al apoyo del pueblo al gobierno para mantenerse en el poder a
través de la forma de legitimización establecida, en el caso de Venezuela esta
es, aún, por elecciones. En cambio no se puede hablar de populismo en
sociedades donde también existan políticas de protección social pero sin
sometimiento a condicionalidad política alguna.
Continuando
con mis reflexiones sobre el populismo agrego que: Es noble atender las
demandas de mayorías históricamente oprimidas sin embargo también es cierto que, y eso lo demuestra la historia, la mayoría de los regímenes populistas terminan con
resultados decepcionantes. Relacionado a esos resultados tenemos, como no, las políticas insostenibles características de
estos modelos, que buscan sellar pactos sociales de atención estatal a cambio
de apoyo político. Soy de la tesis de que el populismo está relacionado con la demagogia y el engaño, y digo engaño porque sus planteamientos y propuestas poco se logran cumplir, más bien lo que se logra es consolidar en el poder a
través de distintas vías, no siempre respetuosas al pensar distinto, un
proyecto o modelo especifico. Además de generar crisis económicas que afectan
la estabilidad de los países. Y para no
dejar lo anterior sin sustento, vamos de inmediato a emparentarlo con la
política de Hugo Chávez.
Hoy
día vemos que las políticas del gobierno chavista fueron absolutamente
insostenibles; el clientelismo se vino abajo con la caída de los precios del petróleo, caída
que nos ha sumergido en una asfixiante crisis, cosa por la que, por cierto, no
pasan otros países exportadores de petróleo. El modelo de Chávez basado en el
subsidio y el alto gasto social no preparó al país para soportar eventuales
condiciones económicas adversas, esto sumado a la gigantesca corrupción que
caracterizó a ese periodo. Esto demuestra el engaño al cual fue sometido el
pueblo venezolano. Las llamadas políticas redistributivas de los recursos del
país penetraron a los sectores más humildes, es cierto, pero sin planificación
alguna, pues por algo hoy día esos beneficios se encuentran en un estado
bastante mermado, algunos incluso desaparecidos.
Otro
aspecto a considerar es que, si esas políticas redistributivas se comparan con
los altos grados de corrupción, es fácil darse cuenta que el gran ganador no
fue el pueblo humilde que se vio reflejado en la propuesta revolucionaria,
sino, y por mucho, la cúpula corrupta. Por estos motivos hablo de engaño al
referirme al populismo. Venezuela, sin embargo, no tiene la exclusividad en estos asuntos,
no. Mencionaré los casos populistas de Menem en Argentina y Fujimori en Perú,
bastante diferentes a los ideales de Chávez pero populistas al fin. Ambos
fracasaron en sus intentos de reivindicar al pueblo y, tal como el caso
venezolano, más se preocuparon por perpetuarse en el poder.
Según
la base teórica con la que me he sustentado y según mis propias
interpretaciones, el Gobierno de Hugo Chávez fue, sin duda, populista. A
continuación haré un planteamiento relacionado a la existencia de un quiebre del pacto populista de Chávez en el gobierno de Maduro.
Para
Atilio Borón, según lo dicho en su escrito ¿Una nueva era populista en América
Latina? la razón por la que no estamos en presencia de populismo actualmente se
debe a que “en su espectral reencarnación el populismo reaparece ya no como el
reflejo de una situación estructural (“equilibrio catastrófico”, fin de la
dominación oligárquica, etc.) sino como un atributo general de la política, de
toda política; o como un estilo de vinculación entre líderes y masas; una
estrategia discursiva o una retórica.”. Además de ello el autor se refiere a
los intentos del imperialismo por satanizar a los gobiernos contrarios al
neoliberalismo, llamándolos populistas, entre esos casos se encuentra el
Venezolano, y es que Borón resulta ser un defensor de las políticas chavistas.
Mis
consideraciones ante esta postura es de desacuerdo, si se va a juzgar a partir
de que el populismo actual no es estructuralmente igual que el populismo
inicial latinoamericano, entonces comencemos a sentenciar que ya no hay
marxistas pues nadie en la actualidad representa exactamente los ideales del
viejo Marx. Es evidente que los tiempos cambian, y ante ello las prácticas y
las ideologías también lo hacen, no es distinto para el populismo. Creo que
sería, objetivamente, difícil negar la existencia, en el caso chavista, de
rasgos y prácticas populistas. Expresando esta consideración, ahora sí, pasemos
al análisis de lo que va del gobierno de Nicolás Maduro.
El
llamado heredero de la revolución bolivariana ha intentado mantener el modelo
de su antecesor, sin embargo esta pretensión se le ha hecho bastante difícil; a
diferencia de Hugo Chávez, Maduro no cuenta con el carisma necesario para
agradar a la población, considero que buena parte de sus simpatizantes siguen
apoyando su proyecto más por recuerdo a Chávez que por sus méritos. Esta
dificultad, de hecho, casi le hace perder la elección presidencial; recordemos
que Maduro obtuvo casi 600.000 votos menos que Hugo Chávez, perdiendo un
capital electoral de gran importancia en
apenas meses.
Ante
la falta de carisma y personalidad del Presidente se le suma, cuestión que es
realmente lo trascendental, la abrupta caída de los precios del petróleo, lo
que reduce en gran medida los ingresos de un país endeudado y con un gasto social
de gigantescas dimensiones.
Así
como, en el caso de Chávez, notamos la presencia de rasgos populistas, en el
caso de Maduro notamos intentos, sin embargo infructuosos a mi parecer. Lo que
sí ha continuado Maduro es marcando cada vez más un otro, un enemigo… A pesar de ello tampoco le ha servido de mucho; pues los niveles de rechazo al presidente
siguen siendo elevados. Ahora, y esto es sin duda el motivo principal de la
debacle de la revolución bolivariana, el gobierno de Maduro ha sido incapaz de
mantener una economía de subsidio a la cual Chávez había acostumbrado a la
población.
Desde la muerte de Chávez en 2013 y con la inexistencia en las filas de la revolución de un líder capaz de emular su carisma, comenzó una etapa de quiebre y de graves problemas en el chavismo y su modelo, se abrió el camino para que el desencanto se apoderara de un país en el que sus ciudadanos ven como la calidad de vida se va deteriorando a niveles insospechados hasta hace pocos años.
Desde la muerte de Chávez en 2013 y con la inexistencia en las filas de la revolución de un líder capaz de emular su carisma, comenzó una etapa de quiebre y de graves problemas en el chavismo y su modelo, se abrió el camino para que el desencanto se apoderara de un país en el que sus ciudadanos ven como la calidad de vida se va deteriorando a niveles insospechados hasta hace pocos años.
Las
negativas condiciones económicas están generando una ruptura en el pacto de
apoyo pueblo-régimen, como consecuencia de esto y de manera inevitable, se da
paso entonces al comienzo del fin de un modelo que ya no cuenta con sus
recursos tradicionales para aliviar descontentos y para generar esperanzas. Una
prueba de la caída sostenida de la revolución bolivariana son los resultados
electorales de las elecciones de la Asamblea Nacional del 06 de diciembre de
2016; ante la incapacidad de mantener los niveles de clientelismo, el gobierno
ve mermado su condicionado apoyo electoral y surge un reacomodo de las fuerzas
electorales.
Una
vez más la historia nos demuestra cómo lo económico parece pesar más que los
valores democráticos; a pesar de la notoria
persecución a la disidencia, de la coartada libertad de expresión y de
la especie de secuestro institucional que se vive en Venezuela, terminó siendo
la abrupta disminución del
asistencialismo social y la incapacidad
del venezolano de acceder dignamente a cuestiones básicas como la comida o la
salud, lo que le puso fin, al menos para la mayoría, al pacto populista que
dominaba hasta hace poco la escena política nacional.
[1]
Pacto de Punto fijo: http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/idc22/22-10.pdf
[2]
Discurso de Rafael Caldera ante el intento de golpe de Estado del 4 de febrero
de 1992: https://www.youtube.com/watch?v=OLTJyXYLK38
[3]
Contrarrevolución: Ofensiva política que tiende a destruir los efectos de una
revolución anterior. (diccionario Google).
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