viernes, 4 de agosto de 2017

¿Regionales? Una Opinión para el Debate.


La estrategia para lograr el tan esperado cambio debe girar estratégicamente en torno a los intereses económicos de quienes sostienen la dictadura, esa vía representa, sin duda,  una gran oportunidad; poner en riesgo fortunas, propiedades y la vida de lujo de la dirigencia, el generalato y sus familias, podría ser una opción real de generar quiebres internos que definitivamente pongan fin a la revolución.

El gobierno venezolano no se mantiene unificado por la memoria de un difunto, tampoco por un consenso ideológico, mucho menos por valores humanísticos y buenas intenciones. Conservar las fortunas, acrecentarlas y mantener el negocio petrolero y de narcotráfico son el factor clave que los mantiene en bloque. Es a partir de allí que debemos actuar.


Creo que la oposición venezolana está plenamente consciente de esto, sin embargo ha fallado en diseñar un plan de acción que busque afectar ese aspecto. Muchas veces quienes hemos luchado por años en contra de la revolución hemos callado ante errores opositores, ante faltas, ante incoherencias, ante muchas cosas… Sin embargo la presión de mantener la unidad era más fuerte que el deber moral de alzar la voz, pues pragmáticamente sólo juntos podíamos vencer.

Hoy por hoy, por las posturas que a continuación mencionaré, considero que esta unidad, tal cual como está, es un error mantenerla. Por el bien del país y por la lucha para recuperar la democracia, creo que lo mejor es propiciar una reinvención.

El 16 de julio Venezuela fue consultada, en un acto legal y legítimo impulsado por la Asamblea Nacional. En una de las preguntas la ciudadanía dijo querer la renovación de los poderes y la realización de elecciones libres. A pesar de ello, lo que es sin duda una burla a quienes ese día volvieron a confiar en la dirigencia acudiendo a votar, hoy la mayoría de la unidad apoya asistir a unas elecciones regionales que, indiscutiblemente, van a darle un largo respiro al asedio internacional contra las cuentas bancarias y las propiedades de la dictadura, lo cual es la única acción en agenda que puede realmente, como dije al principio, generar un quiebre interno.

Asistir a las elecciones regionales es legitimar a un CNE fraudulento, es entrar en contradicción con la invocación del artículo 350, es irrespetar la decisión ciudadana del 16 de julio  y es generar una apariencia democrática ante un mundo que se quedará perplejo ante la incongruencia que representa dicha decisión.

Pareciera además que muchos aún no tienen claro cuál es el tipo de régimen al que nos enfrentamos;  uno que  ha hecho hasta lo impensable por mantenerse en el poder, sin importar la sangre derramada y el rechazo nacional e internacional. Sólo desconociendo esto se podría justificar inscribirse en un proceso que, además es inmensamente probable que no se vaya a dar. Ahora, lo grave y decepcionante es que sí lo saben, la dirigencia está al tanto de que elecciones habrá sólo si el gobierno tiene las de ganar.

Ante la torpeza, la arrogancia y la incoherencia, es preferible congelar el apoyo automático que en estos últimos años, al menos en algunas oportunidades, uno se veía obligado a dar a esa dirigencia.

Es que incluso dando el beneficio de la duda y examinando las ventajas que tendría la oposición teniendo en su poder las gobernaciones del país, uno se pregunta, ¿por qué antes de anunciar que se va a asistir no condicionan la participación a unas reglas de juego claras? fue impresionante ver al señor Ramos Allup anunciar la participación de Acción Democrática sin siquiera saber qué sistema electoral se usará debido al fin de las relaciones entre el CNE y Smartmatic. Las tumbas de los que dirigieron la resistencia de Acción Democrática en la década de los 50 deben estar ardiendo, y no precisamente de orgullo.

Y finalmente, para quienes condenan y desestiman a los que tenemos posturas criticas les digo: no sé cuál pueda ser el camino cierto que definitivamente lleve al fin de la revolución, pero sí sé que, entre inscribirse en unas elecciones que no se van a dar, al menos de manera libre y universal, o seguir desconociendo a las instituciones ilegítimas y forzando a la comunidad internacional que vaya tras las fortunas rojas de billetes verdes, pues yo me quedo con la segunda.


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