El gobierno venezolano no se mantiene
unificado por la memoria de un difunto, tampoco por un consenso ideológico,
mucho menos por valores humanísticos y buenas intenciones. Conservar las
fortunas, acrecentarlas y mantener el negocio petrolero y de narcotráfico son
el factor clave que los mantiene en bloque. Es a partir de allí que debemos
actuar.
Creo que la oposición venezolana está
plenamente consciente de esto, sin embargo ha fallado en diseñar un plan de
acción que busque afectar ese aspecto. Muchas veces quienes
hemos luchado por años en contra de la revolución hemos callado ante errores
opositores, ante faltas, ante incoherencias, ante muchas cosas… Sin embargo la
presión de mantener la unidad era más fuerte que el deber moral de alzar la
voz, pues pragmáticamente sólo juntos podíamos vencer.
Hoy por hoy, por las posturas que a
continuación mencionaré, considero que esta unidad, tal cual como está, es un
error mantenerla. Por el bien del país y por la lucha para recuperar la
democracia, creo que lo mejor es propiciar una reinvención.
El 16 de julio Venezuela fue consultada,
en un acto legal y legítimo impulsado por la Asamblea Nacional. En una de las
preguntas la ciudadanía dijo querer la renovación de los poderes y la
realización de elecciones libres. A pesar de ello, lo que es sin duda una burla
a quienes ese día volvieron a confiar en la dirigencia acudiendo a votar, hoy
la mayoría de la unidad apoya asistir a unas elecciones regionales que, indiscutiblemente,
van a darle un largo respiro al asedio internacional contra las cuentas
bancarias y las propiedades de la dictadura, lo cual es la única acción en
agenda que puede realmente, como dije al principio, generar un quiebre interno.
Asistir a las elecciones regionales es
legitimar a un CNE fraudulento, es entrar en contradicción con la invocación
del artículo 350, es irrespetar la decisión ciudadana del 16 de julio y
es generar una apariencia democrática ante un mundo que se quedará perplejo
ante la incongruencia que representa dicha decisión.
Pareciera además que muchos aún no tienen
claro cuál es el tipo de régimen al que nos enfrentamos; uno que ha
hecho hasta lo impensable por mantenerse en el poder, sin importar la sangre
derramada y el rechazo nacional e internacional. Sólo desconociendo esto se
podría justificar inscribirse en un proceso que, además es inmensamente
probable que no se vaya a dar. Ahora, lo grave y decepcionante es que sí lo
saben, la dirigencia está al tanto de que elecciones habrá sólo si el gobierno
tiene las de ganar.
Ante la torpeza, la arrogancia y la
incoherencia, es preferible congelar el apoyo automático que en estos últimos
años, al menos en algunas oportunidades, uno se veía obligado a dar a esa
dirigencia.
Es que incluso dando el beneficio de la
duda y examinando las ventajas que tendría la oposición teniendo en su poder
las gobernaciones del país, uno se pregunta, ¿por qué antes de anunciar que se
va a asistir no condicionan la participación a unas reglas de juego claras? fue
impresionante ver al señor Ramos Allup anunciar la participación de Acción
Democrática sin siquiera saber qué sistema electoral se usará debido al fin de
las relaciones entre el CNE y Smartmatic. Las tumbas de los que dirigieron la
resistencia de Acción Democrática en la década de los 50 deben estar ardiendo,
y no precisamente de orgullo.
Y finalmente, para quienes condenan y
desestiman a los que tenemos posturas criticas les digo: no sé cuál pueda ser el camino cierto
que definitivamente lleve al fin de la revolución, pero sí sé que, entre
inscribirse en unas elecciones que no se van a dar, al menos de manera libre y
universal, o seguir desconociendo a las instituciones ilegítimas y forzando a
la comunidad internacional que vaya tras las fortunas rojas de billetes verdes,
pues yo me quedo con la segunda.
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