miércoles, 15 de noviembre de 2017

Un Manifiesto, si nos Permiten.



Hay dos días históricos para aproximarnos a comprender el devenir de estos últimos meses y dibujar el fenómeno de la oposición y el gobierno; el 16 y el 30 de julio. En el primero se dio la Consulta Popular donde se preguntó a los venezolanos si rechazaban el cambio de Constitución que promovía el Ejecutivo, si demandaban que las Fuerzas Armadas obedecieran al parlamento, y si aprobaban la renovación de los poderes públicos como paso necesario para  llamar a elecciones  e instaurar un Gobierno de transición. En el segundo se realizaron unas cuestionables elecciones para formar una ilegal Asamblea Nacional Constituyente.

El 16 fue una épica desaprovechada e ignorada por el grueso de la oposición, que pareció, como ha hecho durante buena parte de estos años de desgracias revolucionarias, convertir una abrumadora victoria en una injusta derrota, catalizadora del desaliento y base de la desesperanza. Por otro lado, el 30 se caracterizó por llevarse a cabo  una descarada violación a la constitución y al poder soberano garantizado por la misma, nada nuevo ni nada impresionante para tratarse del chavismo. Estos dos días quebraron la dinámica política venezolana, desencadenando una serie de eventos que nos han permitido ver con mayor claridad a la llamada dirigencia política, esa que a diario se incomoda cuando se le critica e incluso cuando se le sugiere.

Tres días después de las elecciones de la ilegítima y fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente y a 16 de la Consulta Popular, sin ningún cambio de los poderes públicos, el ex­presidente del poder legislativo, Diputado Henry Ramos Allup, apareció para aseverar que su partido participaría en las elecciones de gobernadores, presionando así una repuesta de la coalición opositora,  Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que también terminó siendo positiva. Esto a pesar de que los directivos de SmartMatic, empresa que venía manejando el software de los procesos comiciales en Venezuela, confirmaron graves irregularidades en la totalización de los votos de la Constituyente, lo que fue la confirmación técnica  más importante de la existencia de un fraude en todo el periodo chavista.

Ésta, sin duda, difícil decisión, ocasionó divisiones en la oposición, tanto en la MUD  como en el ciudadano opositor, cada vez más desesperado por un cambio, pues lo que apremia nada más y nada menos es el hambre, así de llano, así de brutal. Sabemos que la opción ideal para salir de la dictadura es la vía electoral, de eso quizá no haya dudas. El problema que se nos plantea entonces  no es ir o no a elecciones, es, ¿cómo ir?

Quien decidió abstenerse como quien decidió votar, debe asumir en términos ciudadanos su personalísima responsabilidad, toda acción implica consecuencias y no puede limitarse la crítica por la derrota al señalamiento de terceros como los imputables. Ciertamente, las élites políticas están llamadas a la guiatura de sus seguidores, pero no debemos olvidar la impostergable tarea de construir un poderoso tejido civil, y en ese camino, el manejo pertinente de información clara, la construcción de argumentos sólidos,  superando las manipulaciones del aparato de propaganda gubernamental, es clave a la hora de tomar una decisión para no terminar siendo presa de la visceralidad o de los laboratorios de desinformación. Todos somos necesarios, como todos somos corresponsables.

Lo lamentable y hasta decepcionante, es que esa corresponsabilidad no es reconocida por los polos que se han ido creando a lo interno de la oposición venezolana; ante los repetitivos errores es casi automático acudir a la acción del otro para justificar el fracaso propio.
 Como ejemplo vamos a profundizar más en lo ocurrido en las elecciones regionales pasadas, donde la participación histórica fue bastante alta y donde la oposición obtuvo una derrota importante según el Consejo Nacional Electoral.

El sector que decidió ir a las elecciones acudió a diversas justificaciones para explicar el resultado. Unos, liderados por el Diputado Henri Ramos Allup prefirieron no hablar de fraude sino de desventaja, además de insinuar que algunos estados se habían perdido por la inacción de ciertos partidos, tal como dijo Henri Falcón, actual subordinado a las líneas adecas, quien adjudicó su aplastante derrota en el Estado Lara al comportamiento de Primero Justicia y Voluntad Popular.  Por otro lado, los sectores menos cercanos al gobierno nacional, como Primero Justicia, Voluntad Popular y la Causa R, sí hablaron abiertamente de un fraude electoral, y no solo lo hablaron, sino que presentaron informes y contundentes pruebas que sustentaron su argumento.

La realidad que nosotros vemos es que sí, hubo un gigantesco y descarado fraude electoral, que solo iba a poder ser combatido con una organización minuciosa en cada barrio, urbanización, caserío o población venezolana; el chavismo hizo lo que siempre ha hecho para aumentar sus votos en una elección, no hizo nada nuevo, y la oposición lo sabía. La metodología es sencilla para quien maneja armas y grupos de asalariados generadores de violencia. No hablo de otra cosa que ir a un centro electoral, con la complicidad de la vergonzosa fuerza armada venezolana, y coaccionar a los testigos electorales opositores para así obligarles a abandonar el recinto, para que este quede a merced de la trampa roja.

Lo anteriormente expuesto se sabía, y si se iba a ir a una elección se debía blindar el proceso con la fuerza del ciudadano y de la comunidad internacional, tal cual ocurrió el 6 de diciembre de 2015, donde cientos de parlamentarios y líderes políticos del mundo estuvieron en todo el país vigilando el proceso junto a una sociedad civil organizada dispuesta a defender los resultados electorales.

La MUD sabía que no era su mejor momento en cuanto a simpatía con la gente, sin embargo no hubo campaña de motivación, de generación de consciencia, de protesta, de aceptación de errores, de reconciliación y de esperanza,  no supieron generar estímulos para que el ciudadano defendiera los resultados, en cambio la mayoría de sus candidatos prefirieron confiar en las encuestas que señalaban que el 80% del país rechazaba la dictadura, por lo que realizaron una campaña electoral común, esas donde se va al barrio a repartir sanchochos y prometer desarrollo, industrialización y turismo.

Éste error de cálculo por parte de la MUD le costó sufrir una dura derrota, no por parte del pueblo chavista, sino de un fraude rojo que esta vez utilizó otros trucos como el de no permitir la auditoria de las urnas electorales al azar sino por la orden de la bota militar, para así esconder las incongruencias, todo esto, claro está, para reforzar la tradicional trampa mencionada anteriormente y blindar así los resultados que la esbirro Tibisay anunció la noche de ese desafortunado día.

El chavismo nunca tuvo problemas en decir que ellos no irían nuevamente a elecciones si no la podía ganar, el chavismo siempre ha sido directo en su forma violenta y oscura de actuar, y a pesar de todo eso, sin un plan organizativo que pudiera fungir como un muro de contención ante la perversidad de la dictadura, la MUD fue a esas elecciones.

Fue irresponsable ir al terreno del chavismo sin las herramientas necesarias para ganar, y lo fue porque le dio oxígeno a un régimen que hasta hace unos pocos meses estaba asfixiado. Y con esto no decimos que fue una decisión incorrecta no acudir a esas elecciones, lo incorrecto y desconsiderado con el pueblo que está pasando hambre fue participar de la manera como se hizo.

Durante años como estudiantes mantuvimos viva la protesta, luchamos incansablemente en todos los espacios que generamos, recordamos las protestas estudiantiles de 2014 como un  estallido, un hartazgo social, juvenil, una rebeldía ética capaz de enfrentarse al poder y que apostaba por una alternativa democrática al régimen chavista. Estuvimos detenidos, nos reprimieron, nos amenazaron de muerte, nos  golpearon, pretendieron quitarnos las esperanzas pero no, seguimos, y es por ello que más allá de señalar al régimen chavista, queremos utilizar estas líneas para alzar nuestra voz ante la oposición, pues son ellos quienes pueden cambiar la forma de hacer las cosas y dar un vuelco a esta historia para así retomar el camino hacia la libertad.

Sabemos que la dictadura de Maduro se nutre de todos los régimen autoritarios del Mundo, de Erdogan, de Putin, del G2, del neoliberalismo de Partido Único de China, entre otros. Los partidos populistas de derecha e izquierda se multiplican en un mundo con graves crisis, todos tienen en común su alergia a la tolerancia, donde la otredad no existe. Y el chavismo forma parte de este bloque. Esta realidad hay que asimilarla y en base a ella generar nuestro accionar como alternativa democrática; no podemos seguir subestimando a un Nicolás Maduro que aparenta ser un incapaz, o tal vez sí lo sea, pero lo cierto es que la perversidad que está detrás de él ha sido capaz de crear gobiernos hegemónicos y totalitarios que están apoderados de distintos países desde hace décadas.

Entonces, ¿Es posible en Venezuela conducir a la mayoría del país en una estrategia para liberarnos del chavismo desde la ingenuidad y la incongruencia con la que parte de la oposición parece estar actuando?

Nosotros creemos que no, que la unidad de los sectores adversos al poder rojo debe existir, que es un precursor de un posible pacto país, sin embargo la autocrítica, la reforma de las actuales estructuras de toma de decisiones deben tener cabida. La emergencia de nuevos liderazgos, grupos de opinión, medios de comunicación y exilio activo, por ejemplo, deben ser una prioridad a tomar en cuenta por parte la dirigencia.

También es prioridad sincerarnos en cuanto a quienes realmente están dispuestos a dar una lucha contra la dictadura sin sucumbir ante las tentaciones que el gobierno pone en el camino, como el caso de los  gobernadores de Acción Democrática que se subordinaron ante la irrita Constituyente para poder hacerse del cargo.

Es fundamental la creación de un frente que pueda luchar por unas condiciones que permitan participar en unas presidenciales o en cualquier otra elección,  dicho frente debe entender que esas condiciones no las dará la dictadura, la darán los ciudadanos que de manera organizada, siendo partes de un proyecto, puedan frenar el eficaz fraude rojo.

Juan Pablo Guanipa hace poco dio catedra de dignidad al no subordinarse para asegurar una gobernación, Henrique Capriles, Leopoldo López, María Corina Machado, también siguen dando una dura y admirable lucha día a día, cada quien desde su verdad, pero finalmente oponiéndose al poder que hoy domina Venezuela, los estudiantes, el exilio, los sindicatos, las asociaciones, todos también siguen en esa peligrosa tarea de no doblegarse, consideramos entonces que es fundamental un reencuentro que permita generar una unidad desde los valores democráticos y no desde la conveniencia y el individualismo, como pide a gritos un país dolido pero dispuesto a darlo todo por recuperar la democracia.

Este proceso pasa también, por duro que suene, por separar a quienes con sus acciones demuestran su poca transparencia hacia los venezolanos, su burla constante hacia los pedidos de la gente y su complacencia hacía un gobierno que ve en ellos su oposición ideal. 
La autocrítica debe imponerse, con el propósito fundamental de oxigenar y reinventar una amplia plataforma que tenga como objetivo inmediato el fin del chavismo en su carácter hegemónico dentro del Estado-gobierno. Pareciera que muchas veces se ha pasado por este mismo estadio reflexivo, pero esta vez se cuenta con una singularidad; el socialismo chavista decidió ponerle fin al último intersticio que quedaba de simulación democrática: elecciones medianamente libres y donde la oposición política pudiera triunfar. Convencidos que no cuentan con el respaldo popular, este escenario está bloqueado y se debe luchar por restablecerlo con amplias garantías y condiciones  o  pensar en mecanismos alternos, efectivos y legítimos. No podemos permitirnos más, incurrir en el círculo vicioso de generación de falsas expectativas en un país que muere de mengua y desaliento

Vemos entonces como la Consulta Popular y la Constituyente dejaron al desnudo, en unos casos para bien y en otros para mal, a la dirigencia. Gracias a esos días sabemos, por un lado, cuan capaces son de irrespetar el mandato de la gente a cambio de absurdas cuotas de poder y por otro quienes se apegan a los principios y al mandato ciudadano. Esto sin duda hay que tomarlo en cuenta para los próximos pasos que demos en pro de recuperar la ruta que le ponga fin al cruel régimen de Maduro.  

Ana Karina Caldeira Gomes
Moisés González Viana
Emerson Cabaña Suárez
Francisco Calderón Alcalá

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